miércoles, 11 de junio de 2014

Victor del Árbol, mi último descubrimiento editorial. (Por Katy Rioja)


 

Hoy quiero hablaros de un autor que he descubierto por esas circunstancias azarosas de la vida  y que me recomendaron vivamente, un hallazgo inesperado y muy grato; se llama Víctor del  Árbol, tiene 46 años y  es el escritor de novela negra mejor valorado en la actualidad por la crítica. Su última novela se titula Un millón de gotas  y es un escritor que me gusta porque es un hombre sencillo, cultivado, con los pies en la tierra cuya máxima es admirar a las personas que luchan por sus sueños. Pero empecemos haciendo un recorrido por la trayectoria de este autor que no tardará mucho en estar entre los grandes.
Víctor del Árbol nació en Barcelona en 1968 y su vida pudiera muy bien ser objeto de una novela. Es el mayor de seis hermanos y su madre, a la salida del colegio, los dejaba  en la Biblioteca hasta la hora de cenar, para poder acudir a su trabajo como limpiadora; cuando leo cosas así siempre pienso como un detalle, aparentemente sin importancia, puede cambiar el fututo de una persona; pues bien,  esto le permitió a Víctor  leer multitud de libros que alimentaron su vocación de escritor. Estudió en el Seminario de Montealegre durante cinco años porque un sacerdote de su barrio le habló de cambiar el mundo a través de la religión y, allí mismo,  decidió que quería ser  escritor cuando ganó un concurso de redacción cuyo premio fue  "Réquiem por un campesino español", de Ramón J. Sender.
Abandonó los estudios eclesiásticos a los 19 años cuando se enamoró y estudió historia del arte, con cierto disgusto familiar   sacó oposiciones como Mosso d’Escuadra para la Generalitat donde trabajó durante 20 años, trabajo que le ha permitido acercarse al aspecto más humano de las personas y conocer sus propios límites, pero hace dos, cuando estuvo seguro de poder dedicarse exclusivamente a la literatura, lo dejó porque la escritura había sido siempre su pasión.
En 2006 ganó el premio Tiflos de Novela con El peso de los muertos, quedó finalista en 2008 en el premio Fernando Lara con una novela aún inédita El abismo de los sueños y en 2011 escribió  un éxito editorial, que fue muy considerado por la crítica,  sobre todo en Francia;   se trata de La tristeza del Samurai (Editorial alrevés, 500 páginas, 20 euros),  que fue traducida a muchas lenguas y ganó varios premios.
Es una novela que tiene como telón de fondo la Guerra Civil  en la  Extremadura de 1941 y el golpe de estado de Tejero y la Barcelona del 81.  Un asesinato cometido en los años cuarenta trae consecuencias tremendas en la familia Alcalá a lo largo de tres generaciones.
Es una novela  que quita el aliento y que una vez que la comienzas no puedes parar de leer porque es novela negra,  con sus crímenes, secuestros, complots, torturas  pero también con su historia de amor, de rencor, lealtad, pasión y sobre todo es una novela bien escrita, bien argumentada y  con alma.
En enero de 2013 publica Respirar por la herida (otra novela larga 520 páginas , 20 euros, Editorial alrevés)  con ella,  dejó de ser un desconocido para convertirse un  autor minoritario muy respetado por la crítica y los lectores más sagaces.
   En este caso el protagonista es Eduardo, un pintor atormentado  para quien nada tiene sentido tras la muerte de su mujer y su hija en accidente de coche. Vive 14 años una vida mecánica, porque tiene que seguir respirando,  hasta que una famosa violoncelista, Gloria Tagger que también ha perdido a su hijo en un fatal accidente, le encarga el mayor reto de su vida: pintar el retrato de Arthur, el empresario que segó la vida del hijo de ella.  Aceptar ese encargo desencadena una espiral de emociones y acontecimientos trágicos. Con cada pincelada, Eduardo va abriendo puertas que habría sido mejor mantener cerradas, pero que, una vez abiertas, nada ni nadie podrá volver a cerrar.
El 13 de febrero de 2014 nos  presenta Un millón de gotas, es su proyecto más ambicioso y es la novela que me acabo de terminar, en editorial Destino, son 665 páginas y cuesta  20 euros.
El título, ya de entrada, es sugerente, es una idea poética que de alguna manera impregna toda la novela la primera gota que cae es la primera que empieza a quebrar la piedra, dice uno de sus personajes porque  cuando a Laura le dicen que ella no puede luchar contra el mal del mundo, ella responde que un océano es un millón de gotas, un millón de personas como ella.
El punto de partida es una imagen de thriller, cuando aparece el cadáver de un niño flotando en un lago que es el hijo de Laura Gil, una subinspectora de policía que ha estado investigando durante años una trama de mafiosos llamados la Matriuska. En represalia esta mafia mata al hijo de esta mujer que  deja de lado todos sus principios éticos y morales y, aparentemente, se toma la justicia por su mano asesinando  cruelmente al jefe de esta mafia  Zinoviev.  Cuando van a detenerla  Laura decide que no va a ir a la cárcel y se suicida. Este es el punto de arranque que luego nos lleva a la historia  del hermano de Laura, Gonzalo, un chico de 40 años, buena persona, abogado mediocre, pero digno, que vive su vida tranquila, de manera bastante anodina. Se ríe de sí mismo diciendo que para ser abogado miente poco y por ello tiene pocos clientes. Este abogado, hace ya muchísimos años que no se habla con su hermana por razones que se desvelan en la novela,  aunque en la infancia habían sido dos hermanos muy unidos.
 Alcázar, un policía excompañero de Laura,  anuncia a Gonzalo el  suicidio de su hermana y a partir de ahí se sume en una investigación porque él no puede comprender que Laura haya asesinado a nadie y mucho menos que se haya suicidado. Poco a poco el lector va descubriendo, al mismo tiempo que Gonzalo, que la muerte del niño en 2001 tiene que ver con la historia del padre de Gonzalo y Laura, Elías Gil, que fue espía en 1933  la Unión Soviética.  
Desde el principio se narran dos historias: la de Elías 1933 y la de Gonzalo  en la actualidad y poco a poco, esas dos historias se van encontrando, cuando la  del padre avanza hacia el futuro y la de Gonzalo retrocede hacia el pasado. Son dos tiempos narrativos que convergen en la misma historia;  porque quiere mostrarnos que todo lo que nos ocurre en la vida tiene una razón que está, siempre, anclada a nuestras raíces.
Víctor dedica la novela a su padre, “por sus muros de silencios”, y refleja muy bien lo difíciles que pueden ser las relaciones paternofiliales.  Pero el caso de Gonzalo   es diferente porque como no ha conocido a su padre ( tiene cuatro años cuando éste desaparece) se lo inventa a través de lo que otros le van contando, de lo que lee en los periódicos, de lo que le cuenta Esperanza su madre; Cuando Gonzalo investiga  y descubre que su idea de Elías no es veraz, necesita saber más aunque pueda llegar a doler
Elías se va a la URRSS, con 20 años cargado de ilusiones para trabajar en el gran canal de Moscú, pero nada más llegar allí se percata de la realidad de la esclavitud y  escribe cartas a España pero esas cartas son intervenidas y termina encerrado, acusado de ser un espía trotskista, en el primer gran Gulag de Siberia, en Nazino, una isla de la era Estalinista  con 4000 prisioneros confinados. Isla real, histórica, que existió y  de la sólo salieron 200 personas vivas, y del Árbol, crea la ficción de que Elías era una. Ahí, en Nazino,  muere la inocencia de Elías que se da cuenta de que es comunista desde los 15 años y admira el comunismo sin tener ningún argumento serio para hacerlo, como una gran utopía. 
Y es que a  Víctor del Árbol le fascinan  las grandes utopías y considera el comunismo fue  la mayor utopía del siglo XX porque el trabajador llegó a creerse que podía asaltar el poder, algo que fue posible durante un instante; y  cuando Elías llega a la Unión soviética se da cuenta de que aquello es una gran prisión donde se está esclavizando al pueblo. 
Antes de ponerse a redactar cada novela Víctor del Árbol sufre un largo periodo de convivencia con sus personajes, escribe su biografía completa, cada uno en su libreta, y así consigue trasmitir al lector que el personaje tiene un pasado, una vida propia; le hace sentir que en su vida han ocurrido muchas más cosas de las que cuenta.
Además la estructura de la novela está precisamente medida para que el lector no se pierda en el entramado de personajes e historias y uno no se pierde sino que lo disfruta porque la información de la intriga está bien dosificada y va avanzando al mismo tiempo que los protagonistas.

Es un thriller de connotación muy española y mediterránea, muy apegado a nuestra historia y  a nuestra cultura, una novela que no se queda sólo en la trama policíaca sino que va literariamente más allá. Y que os recomiendo vivamente como lectura para las vacaciones porque nos hace disfrutar no solo de una historia entretenida sino de buena literatura: Un millón de gotas, por Víctor del Árbol en editorial Destino. 

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