sábado, 13 de diciembre de 2014

Un lugar para respirar, Byodo-in


No sé muy bien la razón del por qué, pero desde siempre me ha asombrado la arquitectura sacra. Y no me refiero a iglesias o catedrales, que es lo que más a mano solemos tener. En realidad me da igual a qué religión pertenezca, pero todos los templos me llaman la atención. Cierto es que por afinidad cultural, las catedrales, o incluso las mezquitas, son más fáciles de comprender que otros, y por tanto, uno se centra más en disfrutarla y menos en investigar e intentar descifrar un lenguaje que le es totalmente ajeno. Creo que lo que tanto me atraen de ellos es lo que ocurre dentro. Sin tener en cuenta pequeñas diferencias entre unos y otros, esencialmente se hace lo mismo, y teniendo al margen la forma de entender de cada a uno, si cree en Dios, Alá, Buda, Darth Vader o ninguno de los anteriores, es innegable que la atmósfera de un templo es diferente. Se respira un aire pesado, casi tangible, su arquitectura es el resultado de un rito, apoyándolo incondicionalmente y enriqueciéndolo, haciendo de ese espacio algo realmente místico.


En este marco se encuentra un edificio asombroso, que transmite quietud, sosiego y hace que sea realmente difícil apartar la mirada de él, incluso viéndolo por fotos. Es el templo de Byodo-in, en Kioto. Su simétrico volumen se erige desde casi mil años entre árboles, al lado de un pequeño lago, y se conserva tal y como se contruyó. A pesar de su antigüedad, es un perfecto ejemplo de un estilo arquitectónico depurado. Ello sería por sí solo un detalle importante, pero, además, llama la atención que el edificio no está construido en piedra, sino en madera, un material inflamable que se deteriora con facilidad, y se encuentra en una zona que ha sufrido terremotos y guerras civiles. El hecho de que se haya conservado a lo largo del tiempo más o menos como fue originariamente construido es realmente un pequeño milagro.


La forma del templo procede de China y se introdujo en Japón, con el budismo, en el siglo VI. Los japoneses como es de costumbre, adoptaron el modelo básico, pero llevándolo a cotas de expresión sin igual, con una tradición constructiva que todavía continúa.


El estilo del edificio difiere marcadamente de la tradición europea de construcciones de madera, principalmente por la importancia de las cubiertas, con sus líneas curvas y sus aleros pronunciados. Además de ser bellos, estos aleros sirven para evitar que la estructura se moje en un país con un índice de pluviosidad bastante alto. Un análisis detallado revela una diferencia aún más significativa. La estructura no depende de un arriostramiento diagonal, base fundamental de la estabilidad de las construcciones europeas similares. Los elementos que forman la cubierta se sujetan a los cabeceros de los postes con complejas juntas capaces de resistir grandes cargas de tracción. Por lo tanto, el edificio se erige como si fuese una mesa con muchas patas y la ligera flexibilidad de la estructura ha permitido que soportase periódicos movimientos sísmicos. La imagen superior muestra un detalle del templo Kiyomizudera, también en Kioto, que utiliza el mismo sistema que en el templo de Byodo-in.

En el plano, el edificio consiste en un vestíbulo central, Hoo-do o vestíbulo Fénix, con galerías elevadas que se proyectan a cada lado con cortos voladizos hacia el lago. Contemplando el templo, resulta fácil imaginar un pájaro con las alas desplegadas, y la ligereza de su forma y la ubicación en la orilla del lago acrecienta esta ilusión. Las dos aves fénix de la cumbrera central (copias de las originales) también enfatizan la idea de la muerte y la reencarnación, fundamentales en la enseñanza budista.


La madera antigua hace que los espacios interiores tengan una cualidad particular que se desprende de la textura básica de un material orgánico. Dada la edad del templo, sería mucho esperar que todos los materiales fueran los originales, sin embargo, el edificio se ha conservado muy bien y, además de tener la pátina de los años, se encuentra en buen estado. En la actualidad, el templo de Byodo-in está considerado Patrimonio de la Humanidad.

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