miércoles, 25 de marzo de 2015

Llega un nuevo a NY, Torre 56 de Leonard Street, Herzog & de Meuron

Por Nano Fernández

Haciendo un repaso de lo poquito que llevo escrito, me he dado cuenta de que casi todo trata sobre edificios antiguos, de construcciones ya asentadas en el tiempo y de arquitecturas para nada contemporáneas. Y aunque en el fondo me gustan, porque si no es evidente que no hubiera escrito sobre ello, me fastidia. Soy estudiante de arquitectura como ya he dicho alguna vez, por lo tanto, veo básico el observar, analizar y saber el por qué de todo lo que está construido hasta el momento para aprender de ello, pero hoy en día se construye mucho de lo que aprender. Es más, seguramente sea más aplicable a la arquitectura que algún día haré lo que se está haciendo hoy, y lo de ayer no pueda llevarlo más allá del concepto o detalles en los espacios. Por ello, he decidido hoy hacer una entrada de algo que todavía no está construido, aunque no pueda dejar de mirar atrás…me gusta demasiado la historia.


Y para esto me parece perfecto un edificio que me encanta, la Torre 56 de Leonard Street, en Nueva York. Los arquitectos que la firman me gustan más que la torre, son Herzog & De Meuron, unos monstruos de la arquitectura. En este caso, realizan una pieza arquitectónica genial e inteligente, casi escultórica que sin ser estridente llama la atención del visitante o el transeúnte. La idea generadora del proyecto radica en la preservación del espíritu de los rascacielos tradicionales, a la vez que se introducen nuevas posibilidades estructurales y se sugieren nuevas formas de relación con la ciudad, inspirándose para ello en la permeabilidad, las cualidades espaciales de las casas modernistas y el gran sueño americano de una casa personalizada (en boca de los arquitectos).


La torre 56 Leonard Street rompe con el antiguo molde de los rascacielos con un objeto urbano audaz y sellado herméticamente para establecer como propuesta una alternativa respetuosa, inteligente y finalmente deslumbrante. Además, totalmente integrada en su arquitectura podremos encontrarnos con una escultura encargada al artista internacional Anish Kapoor, cuya definición podría ser que la cultura y la ciudad son indivisibles. La enorme pieza de Kapoor, de acero inoxidable reflejante, será un nuevo hito cultural en el distrito de Tribeca. Por todo ello, considero que la vigencia de la idea a través del tiempo será indeleble, perdurará a través de los años y seguirá utilizándose como punto de relación con la ciudad. Aparte, desde el punto de vista formal, su silueta dentada lo hará fácilmente reconocible. En la interior se refuerza la inspiración en las casas modernistas y en la exterior, sin embargo, lo que destaca es la idea de comunicarse y relacionarse con la ciudad.


En cuanto al entorno que rodea a la torre 56 Leonard Street le es muy favorable, ya que los edificios circundantes son en su mayoría edificios antiguos, de finales del siglo XIX, como todo el distrito de Tribeca, con edificios industriales, y torres que en ningún caso superan las 57 plantas del edificio en cuestión, haciéndolo resaltar en el skyline de Nueva York. Si hablamos de los materiales que conforman la torre, dos son los más destacables, el hormigón de la estructura y el vidrio del revestimiento. Esos son los más remarcables, pero en el interior encontramos mármoles (travertino y tasos), granito negro, maderas macizas de colores naturales pálidos, etcétera, mejorando conjuntamente con el mobiliario diseñado por Herzog & de Meuron la percepción del flujo espacial y creando un ambiente de armonía.

Me he tomado la libertad de comparar esta torre con otras desde diferentes puntos de vista, sólo por ver como se dan respuestas diferentes a preguntas iguales. Es curioso ver el resultado y comprobar los diferentes métodos de trabajo de diferentes arquitectos.


Formalmente podemos encontrar ciertas similitudes entre la torre 56 y la Torre Rødovre de MVRDV, pero es en la idea de interactuar con la ciudad de manera diferente donde estas dos torres alcanzan mayor grado de parecido. Ambas son de proyección europea y están aún sin construir. Aunque su uso es principalmente residencial, ambos edificios tienen usos comerciales.


La torre 56 y la Torre MahaNakhon (diseñada por OMA para Bangkok) son similares en cuanto a la forma, en cuanto a la desmaterialización de la fachada en prismas caóticos, incluso son similares en cuanto a los materiales empleados, pero además, las dos comparten la idea de conectar y dinamizar los alrededores de los edificios con las respectivas ciudades. Las dos torres llevan las firmas de arquitectos galardonados con el Pritzker.


La última similitud que he encontrado de la Torre 56 con otro edificio ha sido con la Torre Urban Forest, un proyecto que viene de la mano del estudio MAD para la ciudad china de Chongping, un proyecto que tampoco tiene desperdicio. Ambos edificios son esbeltos, con creación de terrazas mediante voladizos irregulares en toda su longitud, y ambos con la idea común de interactuar con la ciudad, uno culturalmente, y el otro ecológicamente, pero siempre en beneficio de la población.

A partir de hoy intentaré que esto sea tónica general, hay muy buena arquitectura hoy en día, y hay que aprovecharla.

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