lunes, 9 de marzo de 2015

One's a lonely number, two's the first loser

Por Juan José Ruipérez


No existe peor celda que aquellas que no tienen barrotes, ni peor cárcel que la que nosotros mismos construimos a nuestro alrededor. Y es que empiezo a estar harto: de ti, de mí, del otro, del caos en mi cabeza normalmente tan ordenada y de no poder cambiarlo. La sexta cerveza, el mismo insomnio. Tengo a Evidence recordándome al oído que “El Uno es un número solitario pero el Dos es el primer perdedor”.

Es ahí, junto a la resaca de anoche, donde comprendo que si sale con un mediocre es porque es una mediocre, y que si se deja tratar como una mierda es porque se siente como tal. Y es que hay quien se siente libre por haber cortado sus cadenas pero es incapaz de ver que está rodeada de muros.

Preveo que todo esto tiene un fin, la caída eterna hacia el abismo terminará en otro invierno. Pero el frío ya no duele, no duele si sabes hacer del invierno tu estado mental. Schopenhaeur se equivocaba con su dilema de los erizos pues no hay punto óptimo de distancia entre dos cuerpos. No hay medias tintas. O te pinchas, o mueres de frío. Pero tú no te mueras.

Vive, lo suficiente para llegar al día de mi entierro donde me veas tan guapo que tengas que sonreír y llorar al mismo tiempo. Vive lo suficiente para verme como a Yuri Gagarin, ingrávido, observando perplejo a una Tierra autodestruyéndose a sí misma. Y, si quieres, otro día hablamos de simbolismo.

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