martes, 31 de marzo de 2015

The Walking Dead

Por Ramón Ruestes Faire


Con la resaca del final de temporada de ayer noche, hoy comentaremos lo que ha sido esta quinta temporada de The Walking Dead. La serie creada en 2010 por Frank Darabont ha sido un referente en la pequeña pantalla desde sus inicios, aunque a lo largo de sus 5 años ha tenido sus altibajos. En mi extenso análisis he intentado no caer en la trampa de los spoilers, aunque se me hace inevitable pasar de forma genérica por el argumento para dar cuerpo a los razonamientos, así que que no lea quien no quiera enterarse de más de lo que ya pueda saber sin haberla visto. Avisados estáis. 

La serie nos sitúa en mundo apocalíptico, donde los muertos resucitan como zombis en busca de comida. El argumento se centra en cómo un grupo de personas sobrevive en tal escenario. La temática no nos sitúa en una línea temporal futura, como es típico ya del género, la trama se sucede en un mundo actual.

La evolución de un referente

Un nuevo mundo por descubrir

Antes de embarcarme en la última temporada, me gustaría hablar un poco de la evolución que ha tenido la serie a lo largo de este tiempo. La adaptación inicial al nuevo mundo, la búsqueda de los seres queridos y las diferentes relaciones sociales que se suceden, así como el mejor destino para sobrellevar el apocalipsis son los ejes argumentales de la primera temporada. La serie en sus inicios destacaba por un carácter innovador, aunque el género en la gran pantalla ya tenía un protagonismo latente. Además, ya entonces no tenía reparo en mostrar a los no muertos como un peligro real y el porvenir de los supervivientes se podía ver truncado sin previo aviso. En resumen, una fantástica temporada que marcaba el inicio de una gran serie.

Vacaciones en la granja del tío Hershel

La segunda temporada fue un error. La sensación de peligro se desvanece al encontrar un sitio más o menos seguro, con un grupo de gente nueva habitando el lugar. Toda la temporada gira alrededor de la desaparición de uno de los integrantes del grupo, de las tensiones emocionales entre el protagonista, su mujer y su mejor amigo, y los debates más o menos superficiales sobre la adaptación al nuevo escenario entre el grupo que ya vivía allí y el grupo protagonista. Mucho relleno y muchas vueltas a lo mismo en una temporada con poca acción. Dado que cada temporada nos sitúa en un escenario distinto, la segunda temporada se conoce como la de la granja.

La libertad de la cárcel

La tercera temporada remonta el nivel en comparación a la segunda. Se empiezan a deslumbrar los conflictos psicológicos derivados de las muertes y del mundo en que les toca vivir, todo ello en un nuevo escenario, paradójicamente más fortificado que el anterior, aunque la sensación de peligro aumenta. La tercera temporada, conocida como la de la cárcel, incorpora una variante inaudita hasta el momento en la serie y se convierte en uno de los grandes aciertos de la serie: la presencia de la figura de un enemigo humano. El grupo de supervivientes ya no está solo, hay otro grupo rival, el capitaneado por el Gobernador. Apariciones sorprendentes de personajes y una guerra más o menos latente entre los dos grupos. La tercera temporada, aun siendo mucho mejor que la anterior, nos deja un par de puntos negativos. El errante desarrollo de uno de los personajes originales y un final de temporada a medias. No es un final abierto, simplemente no se cierra la trama del Gobernador, hecho que mezcla esta temporada y la posterior.


Punto de inflexión, hacia el Santuario

La cuarta temporada sigue con la mejoría mostrada en la tercera. En esta ocasión la trama principal se divide claramente entre las dos partes de la temporada. En una primera parte se cierra por completo la trama del Gobernador, con un final que se esperaba en la tercera temporada. Dicha espera hace que sea uno de los mejores finales de trama y curiosamente no de temporada en la serie. La segunda mitad da un paso más en la profundización psicológica del grupo. En grupo disgregado en busca de un nuevo escenario, con episodios realmente fascinantes. El hecho de no encontrarse en un lugar fijo o seguro plasma el peligro aún con más insistencia. La soledad, la desesperación, los conflictos con la adaptación, la posible adaptación de los niños en este nuevo mundo y la búsqueda de un refugio seguro, denominado el Santuario, se consagran como el eje argumental hasta que se encuentran con su destino. En las acaballas de la temporada el grupo se reúne en el citado Santuario y se descubre un nuevo enemigo, un nuevo grupo de personas con una idea de la supervivencia ligeramente salvaje.

Supervivientes

Y nos ponemos de lleno en la quinta temporada, la cual podemos dividir nuevamente en dos etapas, aunque yo lo separaré en tres. En los inicios de la quinta temporada se liquida la trama del nuevo grupo de salvajes en un abrir y cerrar de ojos. Una trama que presuponía que iba a dar mucho de sí le cuesta a la serie 2 ó 3 episodios. Y es que la quinta temporada, como expondré luego, se centra en esa precipitación de las tramas. En esta primera fase, vemos al grupo protagonista más salvaje, más dispuesto a todo para sobrevivir, avanzando ya lo que será su el porvenir de la temporada. La rabia, la venganza y la desconfianza hacen mella en los protagonistas, que no dudan en acrecentar su violencia para poder mantener a salvo a su familia, entendiendo familia como el grupo completo.

Finiquitada la trama iniciada en la anterior temporada, el argumento se gira para solventar la desaparición o secuestro de uno de los protagonistas a manos de un nuevo grupo. Personalmente, de las tres fases de la temporada, esta creo que es la de menos calidad. Los entresijos del nuevo clan, sus luchas de poderes y su sistema social peligrosamente cercano a la trata de blancas centran este periodo. El final de esta trama no resultó como me hubiera gustado, a nivel puramente personal. Creo que personajes que se fueron preparando a lo largo de la cuarta temporada hubieran podido tener más peso en la serie. En este momento se cierra la primera gran etapa de la quinta temporada y se sucede el parón previsto.

La serie regresa del parón con energías renovadas. La serie coge un rumbo que no veía posible, dados sus 5 años de historia. A nivel argumental, los personajes desprenden un acentuado desgaste mental después de todo lo vivido. La búsqueda de una estabilidad se traslada a un segundo plano, la idea principal es sobrevivir, término acertadísimo usado en la promoción de la serie en este momento. El desgastado grupo se encuentra con una sorprendente propuesta que les sitúa en los capítulos finales de la temporada en un pueblo casi aislado del contexto de la serie. El contraste entre una sociedad civilizada con las ansias de supervivencia o de violencia del grupo de Rick Grimes constatan un final de temporada magnífico.

Gloria entre los muertos

A nivel general, el éxito de la quinta temporada se centra en cuatro claves.

La profundización psicológica iniciada ligeramente en la tercera temporada y acentuada en la cuarta toca el cielo en la quinta, aunque de forma más acentuada en esta segunda mitad de la temporada. La serie realiza un trabajo de profundización de las emociones de los personajes simplemente maravilloso. Poner el acento en la idea de sobrevivir y proteger el grupo por encima de todo y la evolución del grupo y más concretamente de Rick hacia la violencia es magnífica. Ese desgaste o cambio de perspectivas se ve acentuado o culminado en la parte final de la temporada. En esta temporada coge fuerza el trabajo del reparto. Hasta este momento, los éxitos de la serie venían motivados por el gran trabajo argumental o de desarrollo, amenizado por un fantástico maquillaje y las puntuales escenas de acción. A partir de ahora, el trabajo de actores como Andrew Lincoln interpretando al protagonista Rick Grimes o Norman Reedus interpretando al fantástico Daryl Dixon cogen una fuerza inaudita. Destaco estos dos, pero podría destacar a cada uno de los actores que integran la serie. Una profundización en los personajes exige mucho más a los actores que ir dando vueltas y matando no muertos. La exigencia de los actores va en aumento a lo largo de las temporadas, terminando en esta última con un nivel de exigencia realmente alto.

La segunda clave que explica el éxito de la quinta temporada es la velocidad o la precipitación de las tramas. La voracidad con la cual se cierran las tramas es espeluznante. Acostumbrados a una trama por temporada o una y media si me apuras, hecho de lo más normal en la pequeña pantalla, The Walking Dead en esta ocasión nos plantea tres tramas diferentes y consecutivas en apenas 16 episodios. Es un contraste brutal con la segunda temporada. En esta temporada hay muy poco relleno, cada episodio desprende una agilidad argumental fantástica. Un argumento muy cambiante que hace delicias para los espectadores.

La tercera clave la situaría en el aumento de las escenas de acción, tanto en su calidad como en su cantidad. La voracidad en las tramas no sería un éxito sino fuera acompañada por un aumento de la acción. Más crueldad, más sangre y más zombis son los encargados de amenizar la temporada.

Por último, destacar el aumento de la tensión. En esta ocasión la serie se añade la variante de la tensión en los episodios, culminada de forma sublime en el último episodio. La tensión ha sido puntual a lo largo de la historia de la serie, pero en esta etapa juega un papel fundamental.

Analizando las claves citadas, nos plantamos ante una temporada con una profundización de los personajes brutal, una voracidad argumental vertiginosa, unas mejoradas, trepidantes y constantes situaciones de acción y todo complementado por una sensación de tensión muy marcada. Podemos hablar de cine o de series, pero una obra que une tales requisitos es un éxito en calidad y, como se puede ver, en audiencia. Definiría esta última temporada como la más intensa de todas, en todos los niveles.

The Walking Dead nos deja hasta octubre con un nivel altísimo y con muchas ganas de saber el nuevo rumbo de la sexta temporada, y ya no solo a nivel argumental.


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