lunes, 2 de junio de 2014

Misoginia y Sendebar (Por Katy Rioja Arano)


No sé si alguna vez os habéis preguntado donde se halla el origen de la aversión que algunas sociedades muestran hacia el género femenino. El concepto de la misoginia se pierde en el origen de los tiempos. Sí se sabe que en todos los rincones del mundo las sociedades se han establecido sin la participación activa de la mujer. 

La mitología Griega es una de las primeras muestras escritas de las que tenemos constancia; nos presenta la creación de la primera mujer como un castigo para los hombres por haber usurpado el fuego; se llama Pandora y trae un regalo de parte de los Dioses. Como tiene el defecto de la curiosidad no puede aguantar sin conocer el contenido del presente y abre la caja de la que salen todos los males que desde entonces aquejan a la humanidad. 

De la antigua Grecia, se conoce que la mujer quedaba excluida de los asuntos públicos, que era considerada una menor de edad durante toda su vida, y que su función era la de dar un heredero al esposo, (a poder ser varón), ciudadanos a la polis y vigilar a los esclavos. Una dama griega tenía que ser sumisa, casta y saber economizar bien. 

La situación femenina en Roma mejora notablemente ya que, aunque las mujeres siguen dependiendo totalmente de sus maridos, podían salir, participar en banquetes, acompañar a su esposo y su papel en la sociedad era más valorado; pero el honor familiar estaba asociado al honor femenino.

En lo tocante a la península Ibérica, nos queda constancia escrita desde la Edad Media, recordemos que la sociedad medieval es muy religiosa (teocéntrica, Dios se halla en el centro de todo) y extrae el concepto de mujer de una lectura literal y yo creo que algo infantil, del libro del Génesis, donde se narra la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios y la creación de la mujer a partir de una costilla de Adán; es fácil entender cómo surge la idea de que la mujer es inferior al hombre.

Pero otro atributo que la literatura asigna a la mujer es el de la culpa y la maldad. Recordemos que en ese mismo cuento bíblico, EVA es engañada por la serpiente y ella a su vez, con artes seductoras convence a ADAN para que coma de la manzana. Por tal actitud Adán y Eva son expulsados del paraíso y castigadas, ellas, a tener los hijos con dolor y ellos, a trabajar para obtener el alimento con el sudor de su frente. Se entiende fácilmente que la sociedad teocéntrica medieval nos presente una imagen femenina negativa, pues Eva es el símbolo del pecado y fuente del mal.

En la Edad Media, la mujer era acusada de inferioridad, fragilidad, locuacidad, inconstancia, nacida para hacer perder la razón al hombre, imprudencia, avaricia y lujuria y así se nos presenta en la literatura de esta época que no se había concebido con un carácter lúdico, sino con la pretensión enseñar a las sociedades analfabetas, acercarles el catecismo o unas normas de conducta dirigidas por el clero en favor de la monarquía.

Este es el contexto en el que quería hablaros hoy de una obra medieval, de tradición hindú de autor anónimo y que fue mandada traducir al castellano en 1253 por D. Fadrique, hermano de Alfonso X el Sabio; se titula SENDEBAR o libro de los engaños y ensañamientos de las mujeres. (Con este título ya podéis imaginar que la misoginia está servida)

La versión que nos ha llegado a la literatura española, viene a través de la tradición árabe y como está en castellano antiguo es algo compleja de leer pero os voy a proponer una edición que está pasada al castellano actual, (no me atrevo a decir castellano moderno) en la colección ODRES NUEVOS de la editorial Castalia. 

El SENDEBAR es un libro concebido para enseñar al rey, y de paso a sus súbditos, la maldad de las mujeres y advertirle de que se tiene que cuidar de ellas siendo prudente, astuto, sabio y justo. 

¿Pero cómo se enseña esto en una sociedad que no sabe leer? Pues es muy simple, a través de los exempla o cuentos que una persona letrada lee a sus discípulos, historias que deben contener diversión para atraer la atención del que aprende. Así es como surgen en la literatura estas colecciones de cuentos o ejemplos, que por el Siglo XIII se ponen muy de moda, porque es una manera fácil de enseñar y aparecen muchas de estas colecciones basadas en las Mil y una noches, donde unos personajes que se mantienen de principio a fin van contando cuentos. 

El Sendebar castellano tiene 23 historias narradas por siete sabios, por el hijo del rey de Judea y por la malvada concubina de éste.

Os cuento un poco el argumento de la historia:

Un príncipe, hijo del rey Alcos de Judea, es calumniado por una de las concubinas reales, que lo acusa de haber intentado forzarla cuando la realidad es que ella le propone asesinar a su padre y el infante la rechaza.

Pero el padre cree a la malvada mujer y lo condena a muerte. Él no puede defenderse porque un horóscopo, (muy habituales en aquella época y en los que se creía ciegamente), le había anunciado terribles males a él y a su padre, el rey, si hablaba en el plazo de siete días.

Siete sabios de la corte, asesores reales, consideran justo salvarlo y relatan al monarca una serie de historias para advertirle de la maldad de las mujeres y convencerle de que perdone a su hijo, ganando tiempo hasta que éste pueda recuperar la palabra y hacerse oír. Y cada día uno de los siete sabios narra dos historias avisando al rey de la maldad de su concubina, haciéndole entender que no tiene que precipitarse y de lo mucho que se arrepentirá si llega a matar a su único heredero.

La perversa madrastra, por su parte, trata por el mismo procedimiento, de conseguir la inmediata ejecución del joven, contando historias sobre la maldad de los hijos o sobre los consejeros interesados y negligentes. 

Transcurridos los siete días de silencio, el muchacho expone su versión y narra cinco cuentos más mostrando su inocencia y la maldad de algunas mujeres.

El rey finalmente cree a su hijo y manda quemar en seco a su concubina.

Esta obra se extiende por todo Europa dando lugar a cuarenta versiones diferentes, algunas bastante alejadas formalmente entre sí, y nos ayuda a reflexionar sobre la necesidad de enseñar con justicia a nuestros menores porque cuando algunas ideas se arraigan en el imaginario colectivo permanecen a lo largo de los siglos hasta el punto de que una campaña electoral del siglo XXI (800 años más tarde), se haya basado por entero en este concepto.

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