viernes, 30 de mayo de 2014

Mijail Alexandrovich Bakunin, 200 años de acción (por Gese Alcaraz)

El 30 de Mayo de 1814 nace en Pryamújino, Mijail Bakunin. Hijo de una aristocrática familia con siervos a su cargo para el cultivo de las tierras, que tras la gran crisis de los precios del cereal y las malas cosechas propició la pérdida de gran parte del patrimonio familiar. Con 14 años comenzó su carrera militar, llegando al puesto de oficial. En 1835 abandona la competencia militarista y se dedicará a impartir clases de matemáticas. Sus lecturas de filósofos alemanes como Fichte, Kant y Hegel, y sus contactos con intelectuales rusos de la época como Herzen y Orgarev cambiaron el sentido de su vida.


Viajó por las principales ciudades europeas participando en todas las conspiraciones revolucionarias. Más que un teórico del anarquismo fue un hombre de acción, interviniendo en las barricadas y alentando a los obreros y artesanos a modo de agitador de masas. En 1848 hizo hincapié en la lucha por la liberación de los pueblos eslavos y en el Congreso Paneslavista de Praga propuso la federación de estos pueblos para destruir al Imperio Austrohúngaro.
También participó en la rebelión popular de Dresde, junto al músico Richard Wagner , la cual resultó ser un fracaso por la tremenda represión que sufrieron los reaccionarios . Mijail fue detenido y condenado a muerte, después seria rebajado a cadena perpetua, pero que tras los sucesivos traslados por las prisiones lo libraron de tales acciones penales. Destaca su paso por la terrible prisión-fortaleza Pedro y Pablo de San Petersburgo, donde las más que posibles torturas harían que escribiese las supuestas confesiones al Zar, arrepintiéndose de sus actos, cosa que sus seguidores y camaradas desmintieron rotundamente.
En 1857 es deportado a un campo de trabajo en Siberia, donde contraería matrimonio con Antonia Kwiatkowska, hija de un funcionario de origen polaco. No fue un marido ejemplar, su personalidad y su implicación con las luchas obreras hizo que descuidase a su familia, lo que dio motivos para que dijesen que sus tres hijos no eran suyos, pues no se parecían demasiado a él.
Tras aprovechar un permiso de libertad se escapó, pasando breves momentos de tiempo por Japón, Panamá, y Nueva York, pero que más tarde regresaría de nuevo a Londres, lugar de residencia de muchos exiliados revolucionarios. Redactó uno de los textos más importantes para los campesinos de la época “A mis amigos rusos y polacos y La causa del pueblo”, donde destaca el papel de estos y como deben actuar frente a los poderosos. Bakunin no sólo sobrevivió a la prisión, sino que salió vivo, poseído por el diablo de la revuelta, animado por la pasión revolucionaria.
En 1868 funda la Alianza de Socialistas Revolucionarios que posteriormente pasará a llamarse Alianza de la Democracia Socialista, con presencia de delegados en España (destaca Giuseppe Fanelli y su recorrido por el levante español, su entrada en Madrid impulsó la creación de organizaciones obreras y que posteriormente aglutinaría su fuerza en el sindicato CNT fundado en 1910 de tipo anarcosindicalista), Francia, Italia, Inglaterra, Bélgica, Dinamarca, Noruega y Suecia. En esta asociación promovía una serie de reivindicaciones socioculturales como: la supresión de los Estados nacionales y la formación en su lugar de federaciones constituidas por libres asociaciones agrícolas e industriales. La organización de los obreros al margen de los partidos políticos. La abolición de las clases sociales y de la herencia. La igualdad de sexos.
Más tarde se integra en la AIT ( Asociación Internacional de Trabajadores) donde surgiría el debate que llevaría a la ruptura de la misma. Marx quería que hubiese un consejo con capacidad de decisión, centralizado. En contraposición, y rechazando cualquier autoridad estaba Bakunin, que solo veía la necesidad de un consejo ejecutivo, puesto que las decisiones debían ser tomas por el conjunto de todos los integrantes. En el Congreso de Berna (1868) diría:
“No soy comunista porque el comunismo concentra y hace absorber todas las potencias de la sociedad en el Estado, porque llega necesariamente a la centralización de la propiedad en manos del Estado, mientras que yo quiero la abolición del Estado, la extirpación radical de este principio de la autoridad y de la tutela del Estado, que, con el pretexto de moralizar y civilizar a los hombres, los ha sometido, hasta este día, explotado y depravado.”
Tras estos enfrentamientos decidió ir a Francia, allí tuvo un papel importante en la ciudad de Lyon en 1870, duramente aplastada. Pero el verdadero escenario revolucionario se produjo un año más tarde en la ciudad de Paris y su gloriosa Comuna, donde se demostró que la asociación, el apoyo mutuo y la solidaridad habían conseguido la realización de las ideas anarquistas. Más tarde en 1937 se vería en Barcelona de nuevo, la ciudad funcionaba, no faltaron recursos, y la solidaridad tomó más fuerza que nunca en el movimiento libertario. Tras una mala experiencia de la causa polaca y de las huidizas organizaciones secretas rusas, se retiraría por completo de los movimientos nacionalistas eslavos y, al ver que ni en Londres ni en París había aliciente para él, se dirigió a Italia.
Si la partida de Bakunin de Moscú en 1840 significó su transformación de rebelde instintivo en revolucionario consciente, la experiencia de 1863 significaría otro cambio radical: el revolucionario demócrata se convirtió en anarquista.
Bakunin no era un teórico de profesión y la mayor parte de sus ideas, como hemos podido ver, tenían ya sus precursores destacados. Pero, cuando Bakunin se hizo anarquista, no fue porque abrazara teorías de otros. Adaptó un programa a su temperamento y, al mismo tiempo, creó un movimiento al que transmitió este temperamento y este programa. Antes de él, el anarquismo era una filosofía o, a lo más, una tendencia política que correspondía a un instinto vago y oscuro. En lo sucesivo, el anarquismo tendría unas señas de identidad propias en el proceso revolucionario. La aportación de Bakunin a las teorías sociales es original: la revolución debe llevar a la anarquía y la anarquía debe ser revolucionaria. Su idea del 
anarquismo se resume en la sola palabra de "libertad".
Su programa anarquista era, pues, al mismo tiempo, el programa de una organización. Así nacía en Italia, en 1865, La Fraternidad Internacional:
"Esta sociedad tiene como objetivo la victoria del principio de la revolución sobre la tierra, es decir, la disolución radical de todas las organizaciones e instituciones actualmente existentes, religiosas, políticas, económicas o sociales, y la transformación de la sociedad, en primer lugar europea y más tarde universal, sobre la base de la libertad, la razón, la justicia y el trabajo".
Con el programa de La Fraternidad Internacional, del que forma parte fundamental El Catecismo Revolucionario, nació el anarquismo revolucionario. Una de sus principales obras teóricas, Federalismo, Socialismo y Antiteologísmo fue el fruto de sus discursos y apuntes de los Congresos a los que asistió.


Bakunin fallece el 1 de Julio de 1876 en Berna (Suiza) a los 68 años. Es considerado el creador del movimiento anarquista. En su carta de despedida deja constancia el agotamiento que sufría:
"Pero, antes de partir, permitidme agregar estas breves palabras. La batalla que tendréis que sostener será terrible. Pero no os permitáis el desaliento y sabed, a pesar de los inmensos recursos materiales de vuestros adversarios, vuestro triunfo definitivo quedará asegurado, si cumplís fielmente estas dos condiciones: sostened firmemente el gran principio universal de la libertad popular sin el cual son falsas la igualdad y la solidaridad. Organizad aún más fuertemente la solidaridad militante y práctica de los trabajadores de todos los oficios en todos los países; y recordad que, por más infinitamente débiles que podáis ser como individuos en localidades o países aislados, constituiréis una fuerza inmensa e irresistible cuando estéis organizados y unidos en la colectividad universal. Adiós. Vuestro hermano, M. Bakunin".
Sus últimas palabras fueron, según el testimonio de Mme. Reichel, las siguientes: "No necesito nada, he acabado bien mi trabajo". En su tumba se encuentra escrito el epitafio «Recuerda al que lo sacrifica todo por la libertad de su país.»
Su legado es el sindicalismo revolucionario, surgido de las clases explotadas y oprimidas que aspira a la destrucción del sistema establecido, por medio de la acción directa y antiautoritaria, desmontando los mecanismos de dominación y poniendo todos los medios de producción al servicio de los trabajadores, tomando cualquier decisión ellos mismos, sin conocer ningún otro tipo de mediación, imposición o poder que no sea el demandado de los propios trabajadores. El despotismo político-económico nos castiga incansablemente, puesto que su riqueza es la obra de nuestro trabajo, así que el trabajo lo es todo, pero nosotros no somos nada para esos depredadores.

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