Por José Sánchez Conesa "El tío del saco"
El doctor fundó en 1920, junto a otros colegas, la
revista 'Archivos de Cardiología y Hematología', la primera en utilizar
la palabra cardiología
Mediante su gestión Cartagena consiguió el hospital de Cruz Roja en la Alameda de San Antón.
La primera noticia que tuve de este insigne doctor
cartagenero Luis Calandre fue por el libro 'Historia del Trovo' de Ángel
Roca. En dicho texto aparece insertada una fotografía fechada el 3 de
agosto de 1952 en la que se inmortaliza una merienda en honor del
insigne cardiólogo, en el patio de La Almenara, finca de su propiedad,
situada entre los campos de Santa Ana y Los Médicos. Aparecen, entre
otros comensales, el propio Roca, su cantaor Pepe Vidal y Picardías, que
pone a punto la guitarra para iniciar la malagueña del trovo.
También supe que fue amigo del doctor Casimiro Bonmatí
Azorín y de Carmen Conde y Antonio Oliver. Y que una calle y un colegio
de nuestra ciudad llevan su nombre. Muchos años después, el 7 de mayo de
2010, decidí asistir a una conferencia que sobre su figura organizaba
la Asociación para la Memoria Histórica de Cartagena en la Casa del Mar,
a la que tenía anunciada su presencia su nieta, Cristina Calandre
Hoenisgsfeld. Ella sería la encargada de presentar el libro de su
autoría 'El doctor Luis Calandre Ibáñez, de la Junta para Ampliación de
Estudios al exilio interior'.
El Casino de Cartagena organizó otro homenaje coordinado
por la profesora y escritora María Victoria Martín González, quien
publicó en la revista 'Cartagena Histórica' el artículo 'Cartagena en el
corazón de Luis Calandre'. Me agradó la honda preocupación de Calandre
por los molinos de viento, sugiriendo a sus amigos, el matrimonio
Oliver-Conde, que la Universidad Popular organizase un concurso
fotográfico sobre estas construcciones tradicionales. La idea prendió y
fue todo un éxito. En una de sus cartas don Luis envió a Oliver una
relación de los 82 molinos existentes en el año 1755, clasificados por
diputaciones rurales, y otra de los 106 que se contaban en 1951.
A todos estos eventos se sumó la edición de la obra
'Ciencia y compromiso. Luis Calandre Ibáñez, vida y obra', la tesis
doctoral del médico José Manuel Sebastián Raz, presentada en la
Universidad de Murcia.
Un intelectual de altura
En la obra de su nieta leí que el primer Calandre, de
origen francés, llegó a Cartagena hacia 1790. Pero centrándonos en
nuestro personaje diremos que nació el 26 de marzo de 1890 en la calle
Santa Florentina de Cartagena pero pronto se trasladaron a un edificio
de la Puerta de Murcia. Hijo de médico del Hospital de Caridad, marchó a
Madrid a estudiar Medicina en la Facultad de San Carlos. Fue discípulo
del Nobel Santiago Ramón y Cajal y se interesó entre otras cuestiones
por la utilidad del electrocardiograma en el diagnóstico de las
arritmias. Estuvo estrechamente vinculado a la Residencia de
Estudiantes, un centro que ofrecía alojamiento y manutención,
actividades culturales de gran calidad y la impartición de clases y
prácticas como las realizadas por Calandre en su laboratorio. Por allí
pasaron científicos de la talla de Severo Ochoa, Francisco Grande Covián
o el lorquino Rafael Méndez. La Residencia, así como todo un entramado
de centros e institutos de estudios avanzados en diversas disciplinas,
formaba parte de la Junta de Ampliación de Estudios, creada en 1907 bajo
la inspiración de la Institución Libre de Enseñanza. Tras la guerra
civil todo este pasado pesaría negativamente en su defensa ante los
tribunales. Mantuvo amistad y se carteaba con el poeta, otro Nobel, Juan
Ramón Jiménez, que tanto tuvo que ver con la Edad de Plata que vivió
nuestra cultura en los años republicanos. También tuvo relación
epistolar con Ramón Menéndez Pidal, filólogo e historiador de la
literatura española.
Tras la guerra, y en su exilio interior, editó su propia
colección de libros llamada Almenara, entre otros la obra costumbrista
'Gustos y disgustos del Lentiscar de Cartagena' (1689). A la finca La
Almenara, en el paraje de Los Sánchez, dedicó la obrita, apenas 20
páginas, 'La Almenara en el Campo de Cartagena'. Propiedad de los
Calandre desde 1829, habla muy de pasada de su historia, los cultivos,
las características de las casas tradicionales de la comarca o los
molinos.
Estuvo becado para ampliar estudios en Alemania y en 1920
publica su primer libro 'Anatomía y fisiología clínicas del corazón',
que se convertirá en libro de texto en Facultades de Medicina hasta
fechas recientes. Colaboró en la primera gran obra española de
patología: 'Tratado de Medicina Interna', dirigida por Teófilo Hernando y
Gregorio Marañón. Fue invitado a pronunciar diversas conferencias
porque era uno de los pioneros de la cardiología en España, participando
en los primeros cursos de verano de la Universidad de Santander. Tanto
es así que junto a otros colegas, entre ellos Ramón y Cajal, crea en
1920 la revista 'Archivos de Cardiología y Hematología', la primera en
utilizar, en todo el mundo, el vocablo cardiología. Calandre y Mut
fueron los primeros en separar la especialidad de pulmón de la del
corazón. Nos falta espacio para enumerar todos sus libros y artículos
publicados en prestigiosas revistas sobre electrocardiograma,
hipertensión arterial, arritmias y otras patologías cardiacas.
Profesor de Enfermería
Luis Calandre volvió a abrir nuevos caminos pero esta vez
en el campo de la enfermería, su profesionalización y formación, al
crear la Escuela Profesional de Enfermeras de la Cruz Roja y ejercer
allí su magisterio. Si, el doctor Calandre estuvo estrechamente
vinculado a la Cruz Roja, vocal y vicepresidente de su comité central, y
muy pocos saben que la instalación del hospital de dicha institución
humanitaria en un hotelito de la Alameda de San Antón se debió a una
gestión suya. Cristina Calandre recoge en su libro una carta de su
abuelo en que le anuncia la buena nueva a su colega Casimiro Bonmatí
Azorín, presidente local de Cruz Roja.
Compromiso republicano
Se interesó por la cultura y el patrimonio, siendo miembro
del Patronato del Patrimonio de la República, dedicándose al cuidado del
Tesoro del Palacio Real y publicando un libro sobre el Palacio del
Pardo. Estuvo afiliado a la Agrupación al Servicio de la República, que
fundó el filósofo José Ortega y Gasset. Su pacifismo le llevó a rechazar
la militarización pero defendió al gobierno del Frente Popular desde
sus responsabilidades en la Sanidad, como sus labores de dirección en el
Hospital de Carabineros de Madrid. Tras la guerra civil fue juzgado
tres veces por la Justicia militar siendo condenado por auxilio a la
rebelión a seis años de cárcel que finalmente conmutó por la pena de
libertad vigilada. También fue juzgado por el Tribunal de
Responsabilidades Políticas. Sólo le dejaron ejercer la medicina privada
y durante unos años fuera de la provincia de Madrid, aunque personas
influyentes del nuevo Régimen lo visitaron para ser atendidas por él, el
mejor, como la jefa de Falange, Pilar Primo de Rivera. Todo lo encajó
con serenidad y paciencia.
Carmen Conde escribió un sentido poema a su muerte, acaecida el 29 de septiembre de 1961.
Hay ciudadanos que han barajado la idea de que nuestro
hospital universitario de Santa Lucía llevase el nombre de este
cartagenero, fundador de la moderna Escuela de Cardiología de España. O
al menos alguna sala, biblioteca o salón de actos. Qué menos.
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