miércoles, 22 de octubre de 2014

Mírale el culo. En torno a Anaconda

Por Raúl S. Saura

 

Este artículo nace a partir del de mi compañera Natalia Mitov acerca de la ya archiconocida canción Anaconda de Nicki Minaj. Es más, aquí un servidor no la conocía hasta leer sobre ella y sólo después vi el video para comprender sus palabras. No voy a intentar hacer un análisis tan sincero como el suyo pero sí quiero expresar mi opinión en algunos aspectos, tanto en los que disiento con ella como en aquellos que quiero poner en alza y a los que ella da poca importancia. Antes de nada, recomiendo leer lo dicho por ella y escuchar la canción (casi tan importante como ver el video) aquí abajo:

   

Coincido fundamentalmente con Mitov en que la Minaj sólo busca demostrar que las mujeres con el culo gordo como ella son atractivas. Captada la indirecta, prueba superada. La canción, en efecto, trata única y exclusivamente sobre sexo y reduce a la mujer a mero objeto. Algo nada agradable pero que permite a la amiga Nicki validar su reivindicación. Dejando a un lado que se haya cansado de la dictadura de la delgadez que se ha impuesto como moda entre las mujeres durante los últimos diez, quince, veinte años (que también), Minaj fagocita esa visión con un video de cuatro minutos. Lo habéis visto, sabéis a lo que nos estamos refiriendo y si no, volved a verlo.

Ahora que ya no contamos con salidos leyendo, pongámonos serios. Minaj ha recurrido al video más hipersexualizado que se le pueda ocurrir sin enseñar pezones (ni falta que hace) ni recurrir al lesbianismo (por poco). Nada va más allá de una simple mamada recreada, recatada que nos ha salido la chica. Son actos poco propios de una persona considerada como digna pero deja claro que una mujer con algo de carne resulta tan sexy (o más, aquí va por gustos) como una delgada. Y no sólo propone un nuevo modelo de mujer como moda, sino que se dedica a arramblar con lo habido hasta ahora.

Se muestra despectiva con las mujeres delgadas (skinny bitches) e incluso con las enfermas de anorexia o bulimia con su can't say I ain't missing no meals en un momentazo que a mí personalmente me encanta (2:04) con una convincente gestualidad de negra. Sí, se muestra inflexible con las mujeres que padecen esta condición o las que simplemente son muy delgadas, pero precisamente debemos ser inflexibles con ellas. Hacer ver con una condena total la monstruosidad de pasar hambre para cumplir con los estandartes de la cultura mainstream que deja mucho que desear. Lo hará desde una perspectiva egoísta quizás, pero también con una función social, se le escape a ella o no. 

Minaj desciende a los terrenos de las delgaduchas, como ellas las llamaría, y no sólo las insulta sino que hace disminuir el número de ojos sobre ellas para dirigirlas a su culo. Y para ello apela a su sex appeal; esto es música de masas, no le vamos a pedir un ejercicio de dialéctica hegeliana.

Podemos decir que queda reducida en poco menos que una puta en aras de recabar atención (esos 263 millones de visitas en Youtube) pero si lo hace es para recabar esa atención. No hay que culparla por ello, es efectivo, es rápido y el invento no es suyo. Aquello de la profesión más antigua del mundo, porque tendría clientela y la sigue teniendo. Pero ella lo que hace es combatir el modelo hegemónico no ya de belleza, sino de aceptabilidad en la imagen de la mujer con una sinceridad y una valentías indiscutibles. A base de mover el culo consigue configurarse como objeto de deseo (menos mal que a esta canción Slavoj Žižek ha llegado más tarde que yo) para hacer replantearse a los espectadores, o a sus cabezas, lo que deben desear. 

En cualquier caso, quien siga pensando que es deleznable e impropio de una mujer el dejarse tratar como un objeto, he de recordar que no se trata de un objeto cualquiera, sino que de uno de deseo. Consigue que los demás vayan detrás de ella, ¿quién ostenta el poder entonces? El último apartado del videoclip (3:24 hasta el final) demuestra perfectamente este fenómeno. Aquí el espectador queda simbolizado en el hombre que se limita a ver a la Minaj restregándole su prominente culo. Ella se convierte en el centro de atención, consigue que él la desee con sus características físicas y precisamente debido a ellas, a ese culo de negra. 

Pero en el momento en que él se decide a tocarle el culo ella termina el baile, le aparta la mano y se marcha, dejándolo arrepentido sobre la silla y solo. Ese instante merece mucha más literatura que esta pero supone un ejercicio de redención que hace ella. En un ejercicio de autoconsciencia ella sabe que ha actuado como una puta o casi, esa ha sido su estrategia en todo momento, pero (y aquí cobra relevancia ese casi) no va más allá. No será una puta, no va a dejar que la toquen. Ya ha conseguido lo que se proponía y resulta un objeto de deseo para la masa. No tiene nada más que hacer y se marcha, dejándolos abandonados y a solas con sus pensamientos como Me ha gustado con el culazo que tiene. Obliga a una reevaluación de las preferencias mainstream y para ello la única manera posible es recurrir a sus propias artimañas. Con un videoclip en VEVO, música mediocre de chundachunda y mujeres semidesnudas. El mensaje queda lanzado y pican muchos, no debe sorprender.

Nicki Minaj se reivindica y pone de manifiesto quién controla la situación, en este caso las calientapollas. No es agradable, pero bien jugado y la reclamación ha hecho efecto además de llevar razón e ir un paso adelantada porque los demás mucho no estaban pensando. No vamos a dejar de discriminar nunca, pero al menos cambia el foco. Será patético pero poderoso.

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