lunes, 13 de octubre de 2014

No espereis ninguna piedad

Por Raúl S. Saura

*Siguiendo con la tradición, spoilers a tutiplén, esta vez tras el Más inormación de la página principal.
 

La desaparición de Lost en 2010 dio paso a una nueva horneada de series ambiciosas con el objetivo de reclamar la corona vacante. Contaban con tramas elaboradas, narraciones corales, actores eficientes y guiones sobresalientes, magníficos en ocasiones. Si a ello añadíamos el sello de una cadena prestigiosa y una buena campaña de promoción, las dimensiones del éxito podrían incluso hacer olvidar a los exasperantes náufragos de Abrams y Lindelof. Game of Thrones y The Walking Dead lo consiguieron y en el podio siguen, pero no fueron las únicas en entrar en escena. 
Hubo otras sin tanta fanfarria pero con similar o hasta mayor laboriosidad, centradas en construir un relato serio en presentar una buena historia. Series laboriosas como los artesanos de antaño o los dueños de las mejores bodegas. De vino o de lo que sea, hablamos de los tiempos de la Ley Seca en Atlantic City.
Boardwalk Empire apareció aupada por los productores Martin Scorsese y Mark Whalberg y con la garantía de la HBO. Ahí es nada, pero a la hora de hablar de los responsables en última instancia de este proyecto hemos de mencionar a Terence Winter (guionista de The Sopranos y The Wolf of Wall Street) y Tim Van Patten (director de varios episodios de The Sopranos, así como del piloto de Game of Thrones), dos genios de la pequeña pantalla que se han visto reconocidos a lo largo de estos años.
El resultado, una serie sobre los alegres 20 en Atlantic City, sobre un político y contrabandista llamado Enoch "Nucky" Thompson (Steve Buscemi), sobre alcohol y dinero y cómo determinan la vida de todos los implicados en el negocio. Con el primer episodio más caro de todos los tiempos en su día (18 millones de dólares americanos, una reconstrucción en tamaño real del paseo marítimo de la ciudad incluido) y una cuidada ambientación, muchos presagiaron una serie llamada a marcar época. Incluyendo a Arnold Rothstein, Lucky Luciano, Al Capone y Meyer Lansky entre sus personajes, para añadirle mayor encanto.
Ahora, ha alcanzado su quinta y última temporada de 8 capítulos (hasta ahora eran de 12), ambientada en 1931. 7 años después de la anterior, como colofón de fondo cuentas pendientes de todos contra todos. Y con el taimado y calculador Nucky como centro de la telaraña. Poco expresivo, frío y decidido a frenar a quien haga falta, su escasa humanidad (que no nula, muchos recordamos el final de la cuarta temporada, que puso a prueba sus límites y ayudó a colocarlos) nos han impedido conocerlo hasta ahora desde un plano psicológico. Han escaseado las referencias a su dura infancia, que sólo ahora comenzamos a presenciar con los recurrentes flashbacks. A los aciertos de casting para interpretarlo de niño hemos de agradecer este gesto hacia los espectadores de la serie, que comenzamos a apreciar que él no siempre ha sido así de duro, que el mundo le ha hecho así como diría la canción.
Ahora, tras años de condenar la vida de otras personas, de jugar con sus amigos y liquidar a sus enemigos, todas esas deudas parecen regresar a él como fantasmas. Su exmujer Margaret y su exsocio Chalky White ya lo han hecho, falta por ver si otros menos presenciales como Jimmy Darmody o Gyp Rosetti lo harán también, aunque conociendo su falta de escrúpulos me extrañaría.
Podemos llegarle a perdonar su forma de ser al ver el desarrollo de la serie. Quien no deja todos los cabos bien atados, quien no sabe afrontar al azar (¿destino?), termina por convertirse en un muñeco de este y recibir todos los vandazos que tenga a bien propinarle. El dúo formado por Van Alden y el menor de los Thompson, Eli, es una muestra evidente de ello. Una pareja tan inesperada como agradable de ver, unos payasos tristes con los que el espectador no puede evitar simpatizar. Aún con errores, son los de corazón menos ponzoñoso entre un nido de gánsgteres que a la mínima se la clavan por la espalda. Con Masseria o Maranzano por emperador del juego, la vida sigue igual y jóvenes ambiciosos como Luciano o Lansky, ayudados por zorros viejos como Johnny Torrio, resistente a abandonar la partida sin una última jugada, pueden suponer el fin de trayecto de un hombre que siempre procuró ir un paso por delante de todos los demás. Lo conseguirá o no lo conseguirá, pero ya dejó claras sus intenciones en la tensa conversación telefónica con Torrio, no descansaré hasta que os vea enterrados.
No podían ser las cosas de otra manera, mientras él se enfrente a sus antiguos aliados completamente solo (ya van unas cuantas veces así), Chalky vuelve para vengarse del doctor Narcisse. Sin ninguna certeza de sus respectivos futuros, ni de los de nadie, se acerca tormenta a Atlantic City. No espereis ninguna piedad.
 
 

*A falta de tres episodios, todo apunta a que va a estallar tras un periodo de fuego lento para asentar las tramas ahora apretando el acelerador al máximo. No sería la primera vez que nos regalaran un espectacular desenlace sin un minuto para respirar, como hicieran en la tercera temporada. Por ello y por muchas cosas, habrá un repaso general de toda la serie (con suerte, libre de spoilers) una vez esta acabe, y quizás alguna que otra cosa más. Hasta entonces, a disfrutar del sexto episodio hoy mismo. 

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