martes, 4 de noviembre de 2014

Con la Iglesia hemos topado

Por José Sánchez Conesa "El tío del saco"

Monaguillos abriendo una procesión claustral, en una ceremonia religiosa.  




Las expresiones de carácter religioso están muy presentes en las conversaciones de los españoles bajo diversas formas como son refranes, dichos, aforismos, sentencias o proverbios. Pensemos en el madrugador refrán: «A quien madruga Dios le ayuda»; «A quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga»; «Tener más años que Matusalén» (patriarca que alcanzó 969 años de edad según el Génesis); «Llorar como una Magdalena»; o la derrotista exclamación "¡Qué Cruz!" Mi madre, que no sesea, decía en el seseo del campo cartagenero «¡Qué Inquisisión!», en realidad «¡Qué Inquisición!». Era frase reservada para cuando alguno de sus cinco hijos realizaba una barrabasada (¡otra vez la religión!). Me permito recordar que Barrabás era un bandido encarcelado en tiempos de Jesús

Ginés Rosa, autor totanero de temas populares y licenciado en Historia y Filosofía y Letras, afirma que la lengua castellana fue acunada por monjes y sores a la sombra de los muros conventuales. De hecho la cuna de nuestro idioma se sitúa en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla, donde se escribieron las Glosas Emilianenses, unos comentarios anotados al margen de los textos latinos. El pueblo comenzaba a no entender en el siglo XI el latín de las iglesias porque ya balbuceaba una nueva lengua evolucionada que se iba distanciándose de su raíz latina. 

Sobre los abades se ha destacado su afán tragón: «Abad de Compostela, que se comió el cocido y aún quería la cazuela». Lo ratifica otro: «Dijo el abad: ¡Ayunemos! Y tenía media gallina en el cuerpo». Los títulos eclesiásticos eran vendidos por el Vaticano en la Edad Moderna: «Lleva a Roma un asno y lo traerás mitrado» o éste otro: «Quien a Roma bolsón llevó, vino abad u 'obispó'». Todo un caudaloso río de críticas anticlericales más o menos mordaces o irónicas que publica Ginés Rosa en su libro Con la Iglesia hemos topado, editado por Diego Marín Librero Editor



Agustín de Foxá escribió que: «Los españoles siempre hemos ido detrás de los curas: con un cirio o con un palo». Así el refranero advierte sobre el trato con ellos: «Con los curas y los gatos, pocos tratos». Y el tema de la sexualidad termina por salir: «Los curas y los frailes, como nunca dan frutos, siempre están verdes».
Servidor ha sido de niño monaguillo, conllevando el cargo la tarea de beber el vino del cura y comer las obleas, que nos sabían a gloria bendita. «¡Qué es un monaguillo? Un chicuelo que estudia para pillo». «Si quieres tener un hijo pillo, mételo a monaguillo; y si lo quieres más, mételo a sacristán». Los campaneros no se escapan, siendo acusados de clasistas: «Para el pobre no tengo repiques ni dobles; para el rico, doblo, redoblo y repico». 

El pueblo llano sentencia pragmático que cuando hay faena en el campo la misa no debe prolongarse y porque el calor de esa época del año tampoco acompaña: «En tiempo de melones, cortos los sermones». La desconfianza hacia el culto a las imágenes de santos está presente en un cuento que ilustra la sentencia: «Quien te conoció ciruelo, no puede adorarte luego». «Si de nogal no dio nueces, de santo ¿qué te parece?» En alusión al árbol del que se esculpió la sagrada representación.

El diablo estaba muy presente en los tiempos de nuestros abuelos, enredando para que se pierdan los enseres domésticos. Por eso lo amenazaban y algunos prosiguen aún con aquello de: «Diablo, diablo/ los huevos te ato/ si no me das lo que te pido/ no te los desato». Cuando se pierde un objeto punzante los andaluces expresan fervientemente un deseo: «¡El diablo se lo clave en el culo!». 

Nuestro vocabulario se muestra cargado de religión hasta las trancas, aunque no seamos conscientes de ello por desconocer el significado de muchas palabras que empleamos. Veamos algunos ejemplos de todo ello de la mano del escritor Ginés Rosa. 'Gorigori' es expresión vulgar del canto que se realizaba en las iglesias durante los entierros. La 'Intemerata' quiere decir no manchada, «¡Salve Intemerata!», alusión a la Virgen, y era una oración popular durante la Edad Media cuyos primeros textos se remontan al lejano siglo XII. Lego se aplica en los conventos de monjes a los que no tienen opción a las órdenes sacras. «¡Sursum corda!» Es una expresión latina que significa ¡Arriba los corazones!, pronunciada por el sacerdote al comienzo de la celebración litúrgica. El susuncorda es un supuesto personaje anónimo de mucha importancia, según el Diccionario. «Dejar a uno hecho un Ecce Homo», es dejarlo ensangrentado, como Cristo ante Poncio Pilatos tras los azotes que le dieron para presentarlo al pueblo. 

Pero ahora termino. Me pongo a escribir otro artículo para que nadie diga de mí aquello de "más gandul que San Teodoro, que ganó la gloria acostado".

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