martes, 2 de diciembre de 2014

London Metropolitan University Graduate Center, Daniel Libeskind


En el primer curso de carrera, en la asignatura de Dibujo Técnico, se nos asignaba un edificio (en este caso de Londres) a cada uno de los alumnos. Teníamos que redibujar planos, explicar el edificio, desde el concepto primario al resultado final. El azar hizo que en mis manos cayera un edificio, situado en la calle Holloway de Londres, en un barrio tranquilo, un edificio que no es grande, ni alto, pero que no deja indiferente, el Centro de Postgraduados de la Universidad Metropolitana de Londres. Fue un edificio del que me costó encontrar información válida y planos decentes de los que copiar, pero fue un reto divertido de verdad. Por ello, y por si se da el hipotético caso de que alguien necesite información sobre el edificio, o simplemente le llame la atención (que la llama, y mucho), he querido subir ese trabajo, un pequeño resumen de lo que representa ese edificio no sólo para la universidad, sino para su entorno más cercano.


El centro de estudiantes de posgrado de la Universidad Metropolitana de Londres es un edificio construido por y para la cada vez más diversa y mayor población de posgraduados. El edificio actúa como un hall de entrada al edificio preexistente de la Universidad, mejorando la experiencia personal y académica del estudiante, pero además proporciona un espacio social que potencia lo anteriormente dicho. Promueve la identidad del posgraduado a través de la provisión de instalaciones que mejoran la experiencia del estudiante. Asimismo, alienta y facilita la relación entre la Universidad y su programa de posgraduados. La Universidad Metropolitana considera que el diseño de alta calidad puede mejorar la experiencia educativa de los estudiantes y hacerlos sentir valorados en un entorno de alta calidad, razón por la cual encargaron este proyecto a Daniel Libeskind, arquitecto deconstructivista, puntero en el diseño innovador y vanguardista.


El cinturón de Orión, el emblema del cielo del hemisferio norte. Ese es el punto de partida y la luz que ha guiado un proyecto caótico en apariencia tanto en la relación que mantiene el edificio consigo mismo, como con el entorno que rodea a esta pieza de diseño arquitectónico. Este proyecto ha creado un punto de referencia al que se dirigen los visitantes atraídos por su volumetría articulada. Además, el edificio tiene un efecto vivificante, revitalizando el entorno urbano adyacente, la imagen y la accesibilidad a la Universidad Metropolitana, y en general, a la triste y gris arquitectura de la calle Holloway.


El edificio está formado básicamente por tres bloques, cada uno de los cuales hace referencia a tres relaciones o vínculos distintos, ya sea con la ciudad, los viandantes, o los propios estudiantes y equipos docentes que habitan la edificación. Estos tres volúmenes se entrecruzan de manera aleatoria en apariencia, caídos sin ningún tipo de orden a lo largo del borde de la calle Holloway, creando una presencia especial en la calle, un hito casi escultórico en el entorno urbano, y a su vez, unos espacios interiores de una gran riqueza. Esos tres bloques, envueltos en placas triangulares de acero inoxidable que crean una superficie brillante y en constante cambio, hacen de este edificio un referente arquitectónico que destaca entre todas las edificaciones cercanas.

A pesar de su dramático exterior, el interior es bastante simple, y muy eficaz. Si bien hay elementos de geometrías retorcidas, en particular en los espacios del techo, no hay circulación interior complicada. Los espacios interiores son volúmenes simples, audaces, que prevén una necesaria flexibilidad de usos para los múltiples eventos que en ese lugar se realizan. Desde la recepción hay una visión clara de la escalera, que conduce a las aulas de arriba, y en la cual se crea una sensación de vértigo al inclinarse sobre ella uno de los parámentos laterales. El diseño del edificio se acomoda perfectamente a las funciones públicas que debe desempeñar, asegurando al mismo tiempo el grado de intimidad y privacidad que requiere cualquier universidad. Tanto la totalidad de la construcción como cada una de las partes que la conforman, pueden ser utilizadas para actos públicos. Al mismo tiempo, el nuevo edificio se integra sin problemas en los patrones de circulación de la Universidad Metropolitana, y en el caso de ser necesario, puede ser totalmente cerrado al público. Una pequeña plaza a la entrada del edificio proporciona un espacio para favorecer las relaciones entre la Universidad Metropolitana, el nuevo edificio y su público, convirtiéndose en el punto de enlace más importante del edificio.


En el caso de este edificio, Libeskind se preocupa particularmente por los contrastes entre oscuridad y luz en el espacio interior, y el uso irregular de las ventanas es un ejemplo de esto. Las ventanas en el edificio parecen haber sido acuchilladas en el tejido de la construcción,  apareciendo en ángulos poco frecuentes. Se conciben como grandes cortes geométricos, acentuando y potenciando la luz natural en aquellos lugares donde se hace más necesaria, como en los espacios sociales y comunitarios de los pasillos o en las aulas de seminarios. Dada estas irregularidades se hacía muy necesaria la instalación de sistemas de poleas y cables-guía que consiguieran que las persianas o estores, básicos en este centro por dar todas sus ventanas a pie de la calle Holloway, bajaran y subieran de manera paralela a la forma de las ventanas, anulando la fuerza que la gravedad pudiera ejercer sobre los quitasoles.

El edificio es sin duda, atractivo, tanto por dentro como por fuera, y como ya se ha mencionado, un hito dramático en una vía muy poco dramática. El London Metropolitan University Graduate Center es una contribución a la intensa vida urbana en Holloway Road. El interior y el exterior proporcionan una unidad de composición y funcionan como un espacio comunitario en la relación que generan entre ellos. A pesar de su forma alienígena y su fachada, el edificio es, de hecho, un “buen vecino”, un activo para la universidad. Es un paraíso para los estudiantes y un destello de esperanza para la revitalización local. Y aún siendo un edificio complementario a otro, a todos los niveles, desde accesos a dotación de infraestructuras, servicios y, en general cubriendo las necesidades que requiera, si algo define al Centro de Posgraduados de Libeskind es que intenta sublimar la educación universitaria desde el espacio donde se genera.

Ni el esquema de usos ni los planos son una gran cosa (estaba en primero, así que andaba un poco limitado) pero entre los dos hacen que el edificio se entienda bastante bien, así que espero que os guste.

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