sábado, 21 de febrero de 2015

Maníaco, sin ninguna duda

Por Ramón Ruestes Faire @RRuestes


Hoy nos encontramos con otra película de terror, Maniac (2012). Mi interés por ella nace de su protagonista, Elijah Wood y de su paso por el Festival de Cine Fantástico de Sitges en 2012. Como ya se desprende de mis anteriores críticas, el paso por Sitges es un hándicap importante para dar una oportunidad a un film. Poco se puede decir ya de Elijah Wood, el eterno Frodo Bolsón en la épica saga de El Señor de los Anillos (2001, 2002, 2003), aunque también me gustaría destacar su papel en Grand Piano (2013) y Open Windows (2014), esta última pendiente de ver. La película se trata de un remake de un clásico, Maniac ( 1980 ).

La película nos explica la historia de Frank, un restaurador de maniquíes un tanto oscuro. Los puntos fuertes de la obra son la ambientación y el estilo narrativo. La ambientación es simplemente genial. El ambiente claustrofóbico, tétrico, acompañado por una banda sonora y unos efectos sonoros fantásticos hacen que el espectador se quede expectante delante de la pantalla, atrapando al espectador desde el primer momento. Una trama constante, sin vacilaciones, y una duración corta, 85 minutos ayudan a seguir el film casi sin parpadear.

Junto con la ambientación, destaca un original estilo narrativo. Ambos se complementan a las mil maravillas. La obra nos presenta al protagonista, Frank, desde su punto de vista en una narración en primera persona. No se basa en el metraje encontrado, la imagen se centra en lo que ve el protagonista, sus ojos son nuestros ojos en el film. Este hecho hace mucho más próximo al protagonista y ayuda junto con el ambiente a crear una sensación de terror psicológico fantástica. Puede surgir la idea de que una visión en primera persona perjudique la obra, prescindiendo de la imagen física del maníaco y perdiendo así una baza importante. Dicho aspecto se supera con creces con un magnifico juego de reflejos, en los que, en momentos clave del film, se nos muestra el rostro del asesino.

Mostrada la imagen física del protagonista, cabe destacar el papel de Elijah Wood. Igual que en su papel de Frodo Bolsón, el actor parece haber nacido para este papel. Caracterizado con un físico antisocial, con una mirada penetrante y perturbada transmite a la perfección la idea de maníaco que pretende la obra. Sus ataques de esquizofrenia y/o de agorafobia complementan dicha imagen, junto con una personalidad macabra.

El resto de personajes son básicamente chicas jóvenes y muy atractivas, las cuales terminan siendo víctimas de Frank, convirtiendo la película en un slasher en toda regla.

El film no se queda corto a la hora de mostrar sangre. Ya en el inicio nos muestra sus intenciones, las cuales se mantienen a lo largo de la obra. Aunque las escenas son buenas en dicho aspecto, tampoco catalogaría la película como gore. Simplemente no tiene tabúes en mostrar los desgarros que se suceden.

El contraste entre los maniquíes y la realidad también juega a favor de la sensación de terror en el film que, junto en las escenas sangrientas y la personalidad del protagonista, culmina en un gran final.

En resumen, tenemos una obra de terror muy completa y con una vertiente original en su estilo, siempre agradecida en el género.

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