lunes, 16 de marzo de 2015

Black Mirror, tiempos quebrados

Por Alba Menor 




Con dos añitos recién cumplidos, la increíble serie británica sigue siendo tema de conversación y aún los fans nos tiramos de los pelos mientras esperamos su tercera temporada. Creada por Charlie Brooker, la serie golpeó nuestras pantallas desde su primer capítulo, o más bien desde los primeros cinco minutos de ese capítulo. 

Con un ingenio y gusto exquisito, Brooker ─más las audaces productoras, los guionistas, un magnífico reparto y, en fin, todo el equipo─ ha conseguido que millones de personas se queden enganchadas a una serie formada por dos temporadas que cuentan con sólo tres capítulos cada una, siendo estos independientes entre sí en cuanto a trama. Personajes diferentes, historias diferentes, pero algo en común, un hilo conductor irrompible y frío como el acero: la rota realidad. Rota realidad pintada sobre un paisaje aparentemente ficticio y lejano. 

En lo que más se centra esta serie es en el impacto de las tecnologías sobre las personas y su mundo. Pero esto es solo la punta del iceberg, seríamos injustos si callásemos aquí, si diésemos una definición tan escueta e incompleta. Las tecnologías que aparecen en Black Mirror, tecnologías no tan alejadas y no tan imposibles como parece a primera vista, son solo una excusa para tratar temas humanos, conocidos, que nos afectan día a día. Vemos el tercer capítulo de la primera temporada y nos parece increíble que a la mayoría de la población del primer mundo les parezca algo rutinario el hecho de grabar, simplemente con la vista, todo lo que les sucede desde que eran unos bebés, y además poder mostrarlo en cenas de amigos y otras ocasiones informales. Nos parece excesivo, y sin embargo posteamos en Facebook qué películas vemos, en qué lugar estamos, a qué lugar vamos a ir. Y lo hacemos de forma casi automática. 

También nos parece increíble que un muñeco 3D que es presentador de un programa satírico sea un firme candidato ganador para las elecciones de un país pero, en nuestra realidad, los programas basura tienen más audiencia que cualquier programa de otro tipo, cultural o no. ¿Acaso pensáis que Belén Esteban, o cualquiera de los entes que la rodean, no saldría de unas elecciones generales, no ganando, pero sí con unos cuantos votos en el bolsillo? El punto de todo esto es que, habiendo sido calificada por los medios como serie de ficción, Black Mirror contiene una realidad especialmente árida que entra por los ojos, pero por más que te pican no puedes cerrarlos; uno quiere, o necesita, seguir mirando. Hacen uso del humor negro para de vez en cuando ─más bien poco─ reblandecer unas tramas a veces hasta inhumanas. 

Los mundos de Black Mirror no están habitados por malas o buenas personas, sino por personas hechas a la medida de su tiempo y de su mundo. Personas, por ejemplo, que nacen y crecen en un espacio donde lo único que pueden hacer para conseguir comida y seguir viviendo es montarse en una bicicleta estática y pedalear durante horas, y cuyo único sueño es presentarse a un concurso para salir de allí y vivir entre lujos y sin preocupaciones. Qué represión, qué inhumanidad. ¿Cierto? Total, nosotros solo trabajamos equis horas o estudiamos para en un futuro poder trabajar equis horas, y soñamos con la lotería o con que nuestro hijo acabe siendo un futbolista famoso y podamos vivir entre lujos y sin preocupaciones. 

Para ir concluyendo, queda decir que Black Mirror está a pleno rendimiento en los cuatro elementos fundamentales de las series: guión, producción, dirección y elenco. Los actores escogidos son verosímiles y bien trabajados, la dirección, simplemente impecable. Se nota la inversión en efectos visuales y sonoros, que envuelven al espectador en las diversas atmósferas de la serie y ayudan a que ésta no decaiga. El guión además actúa en cada capítulo como una perfecta trenza de varios mechones; bien peinada y sin pelos sueltos. El diciembre pasado nos deleitaron con un capítulo especial navideño que se emitió en España en el canal TNT. El capítulo nadaba en la salsa de la serie, pero esta vez la misma historia estaba compuesta por tres ramas diferentes, no paralelas sino más bien circulares, donde el círculo más grande, el que encerraba a los otros dos, se descubría en los últimos minutos del capítulo. Los fans aún estamos a la espera de noticias sobre si habrá una tercera temporada completa a la altura de las dos anteriores, con la fuerza y crudeza que caracterizan a Black Mirror, y que hace de ella una de las mejores series del momento.


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