domingo, 26 de octubre de 2014

La cultura franciscana de la solidaridad

Por José Sánchez Conesa "El tío del saco"


El 28 de mayo de 2013, a las 20 horas, en el aula de cultura de la Caja del Mediterráneo, sita en la calle Mayor, se celebraron los VII Premios Clara Henares con destino a asociaciones y colectivos de jóvenes que sean solidarios en el ámbito del sureste español. Hubo canciones y danzas africanas.
Otro año recayó en la Escuela Municipal de Teatro de Cartagena 'Francisco Rabal', quienes representaron escenas de la vida de Clara, o en una asociación granadina que se dedica a acompañar a los niños y jóvenes de un barrio marginal, desarrollando actividades lúdicas y formativas con clases de apoyo, campañas contra el absentismo escolar, campamentos y muchos juegos. En esta ocasión ha sido galardonada Makúa, una ONG de Murcia que colabora con las misiones de las Franciscanas de la Purísima. Makúa es el idioma que se habla en Mozambique porque allí colaboran mucho y en Kenia como en Honduras. Hoy por hoy en Mozambique se necesita agua y los dos mil euros del premio llevan el nombre de Pozo Clara Henares. Esa es la condición, el dinero va destinado a financiar los proyectos del colectivo y además reciben una marina, homenaje a Cartagena, pintada por Félix Clemente, pintor almeriense.
Clara Henares Barcelona era una muchacha cartagenera nacida en 1983 y que muy pronto murió por un cáncer, el 9 de mayo de 2006. Pero le dio tiempo a vivir y a sembrar vida siendo cooperante en el hospital de San Rafael de Granada, donde estudiaba Historia, y en el Hospital Naval de nuestra ciudad. Disfrutó con los scouts de la Milagrosa y fundó aquí la asociación Canvi (Cáncer y Vida), generándose talleres de reiki, yoga, dietética, ayuda psicológica etc. Su padre, el profesor y escritor Francisco Henares Díaz, seleccionó partes de sus diarios para publicar el librito Clara Vive, todo un éxito porque para muchos es un libro de autoayuda. Hace escasos días me dejó Paco Henares San Francisco de Asís. Ternura y vigor, un libro escrito por el teólogo brasileño Leonardo Boff. Todo viene a cuento porque Paco fue franciscano y lo sigue siendo. Y la cosa sigue yendo de solidaridad.
Francisco deseaba unirse al Todo, sentía la solidaridad cósmica como rezuma su oración poema Hermano Sol, cantando a la hermana Luna, a las hermanas estrellas, al hermano viento, a la hermana agua, al hermano fuego y a la hermana muerte. Habla Leonardo Boff de la esencial estructura poética de su alma, atestiguando su primer biógrafo, Tomás de Celano (1229): «Se llenaba de inefable gozo cuantas veces miraba el sol, o contemplaba la luna o dirigía su vista a las estrellas y al firmamento».
El universo no está muerto ni inanimado, las cosas no están simplemente al alcance de la posesiva y explotadora mano del hombre, tienen lazos de consanguinidad con el propio hombre porque conviven en la misma casa paterna. Para este singular santo el hombre debe estar no por encima de las cosas sino con ellas y así se preocupaba de no pisar a los gusanos y de alimentar con miel y vino a las abejas para que no muriesen de frío. De joven en la tienda de su rico padre, atendía a los pobres desnudándose para darles su propia vestimenta. No se daba en él la teoría por un lado y la práctica por otro, coherencia radical entre lo que decía y constancia en su vivencia de la pobreza, con ternura y pasión a favor de los desposeídos de la tierra.
Para el teólogo Boff, hoy día muy vinculado al ecologismo, el mensaje de San Francisco de Asís a la cultura actual consiste en vivir en lo esencial como correspondía a un hombre de Dios. Por eso era sencillo, cortés y tierno para con todos, siendo enormemente evocadora su figura en esta crisis económica, política y espiritual. El hombre es lobo para el hombre en una sociedad capitalista que impone un estilo de vida competitivo y genera ansiedad, miedo y agresividad. Esa es la raíz ontológica para Boff de la crisis. El propio Papa Juan Pablo II, y diversos documentos de la Iglesia, como el nacido de la célebre Conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrada en Puebla (México), indican que mucha de la injusticia estructural «debe buscarse en el sistema capitalista, que, cual nueva torre de Babel, se yergue sobre el mundo y controla la vida de los pueblos, favoreciendo a unos pocos que se enriquecen cada vez más a costa de la creciente pobreza de otros».
Y al fondo la seriedad evangélica del pobre de Asís con su aura de encanto, imbuido de alegría, desprendimiento, delicadeza y humor.

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