miércoles, 19 de noviembre de 2014

Las plantas y sus usos mágico-medicinales

Por José Sánchez Conesa "El tío del saco"



Gregorio Rabal Saura se dedica a entrevistarse con personas mayores, fundamentalmente procedentes del entorno rural, preguntándoles sobre el asunto de las plantas, además de la meteorología popular y sobre el reino animal. El resultado de sus rigurosas y amenas investigaciones lo ha expuesto en libros como 'Cuando la chicoria echa flor…' (Etnobotánica en Torre Pacheco) y artículos en revistas especializadas como la Revista Murciana de Antropología de la Universidad de Murcia, Cartagena Histórica o Revista de Folklore de la Fundación Joaquín Díaz. Actualmente prepara la edición de un texto sobre la etnobotánica del municipio de Cartagena. Llegados a ese punto resulta obligada la mención a una obra pionera en su género como fue 'Medicina popular de Cartagena' por el doctor Carlos Ferrándiz Araujo, publicada en 1974, con prólogo del catedrático Pedro Marset Campos
El amigo Gregorio sabe mucho de la fototerapia popular pues las plantas curan, o al menos alivian de dolencias y trastornos, como certifica una tradición milenaria que nos haría remontarnos a la Prehistoria. Ya en escritos de historiadores y escritores romanos y griegos se acreditan prácticas terapéuticas similares a las empleadas todavía por nuestros abuelos y padres. Hay cosas que se resisten a desaparecer, por algo será.
No cabe duda de que la etnobotánica, el estudio del uso que la comunidad local hace de las especies vegetales, forma parte importante e interesante de nuestro patrimonio cultural. No solo el Teatro Romano, con todo su gran interés, es patrimonio. Además tenemos una gran riqueza cultural en la tradición oral, escasamente estudiada para desgracia nuestra y escarnio de las instituciones académicas como son las universidades de la región.
Es en el medio campesino donde aún se continúan estos usos ancestrales, aunque debemos advertir que muchos chavales de pueblos y aldeas desconocen completamente el nombre de las más elementales especies. Algo habría que hacer. 
Higueras y 'quebraos' 
De entre todos los remedios llama mucho la atención la curación de infantes herniados en la noche de San Juan. Los niños 'quebraos' eran pasados en brazos de un Juan a una María, solteros que no hubieran conocido hembra o varón, por encima de una rama de higuera, preferentemente de la variedad negra. A esta rama se le realizaba una hendidura para casi partirla y tras la realización del rito se unía otra vez con la ayuda de barro y un trapo que se anudaba para facilitar que volvieran a unir. Si al cabo de unos días la rama se secaba era señal de que la curación no se produciría, por el contrario si el ayuntamiento había funcionado, reverdeciendo la rama, la hernia infantil estaba resuelta. Como decimos participaban un Juan y una María, aunque en menor medida y según lugares Juan y Juana, María y José, incluso Juan y Pedro. Al pasarse de mano en mano al niño afectado pronunciaban la oración siguiente: «Toma este niño María/ dámelo Juan/ quebrao te lo doy/ sano me lo has de dar». Desde crío conocía de la existencia de este negocio por mi propio padre, a quien vinieron a buscar a mediados de los años cincuenta unos vecinos que deseaban contar con su concurso en este acto mágico-medicinal, como Juan que es. La rama fructificó, la niña sanó.
El hombre ha sido durante milenios adorador de los árboles a los que consideraba sagrados, poderosos símbolos de vida y resurrección. La cruz de Cristo es árbol de vida pues el cristianismo participa y está impregnado de esta cultura, muy anterior al propio Jesucristo. Por ello esta práctica ritual de la higuera así como el árbol de Navidad o las cruces de mayo son restos de aquellas antiguas creencias. 
Otro remedio que me ha llamado mucho la atención es el tratamiento que la tradición popular hace de la ictericia o aliacán. El enfermo presenta pigmentación amarillenta de la piel provocada por la elevación de los niveles de bilirrubina en sangre, indicando este dato la existencia de trastornos hepáticos, biliares e incluso anemia. La persona con aliacán debía orinar cada mañana o cada tarde durante nueve días sobre las matas del 'manrubio', además de arrojar sobre ellas un poco de sal y recitar: «Buenos días (o tardes) señor manrubio/ aquí le traigo de almorzar (o merendar)/ unos poquitos de orines/ y unos granitos de sal». Mediante esta curiosa operación se trasfiere la patología de la persona a la planta. 
El 'quebrarao' o 'quiebrarao' se ha usado y, aún se emplea, para reducir los niveles de glucosa en sangre o como depurativo de la sangre. Todas las mañanas en ayunas se toma un vaso resultante de la decocción de tallos de esta planta. 
La 'arzavara' (agave americana) es originaria del continente americano pero forma parte de nuestro paisaje. Es como el cerdo porque se le saca mucho rendimiento, aunque sólo señalaré aquí su empleo en la curación de distintas patologías dermatológicas, fiebres y espasmos intestinales, colocando sobre el vientre un emplasto de 'arzavara' cocida con barro. 
Otro día trataremos de una planta medicinal de gran predicamento en nuestra comarca como es el 'rabogato', al que mi abuela Águeda le tenía mucha fe. 
 

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