sábado, 13 de diciembre de 2014

Oda a la Ilustración

Por Carlos Higueras C.

  

La semana pasada acudíamos a la presentación, en México, de la nueva edición de Don Quijote de la Mancha, de la mano de Arturo Pérez-Reverte. El murciano, al que la Real Academia Española le encomendó la ardua tarea de lanzar una nueva publicación del libro de Cervantes para así facilitar y expandir la lectura a nuestros más jóvenes, lamentó la dejadez cultural de nuestros gobernantes y denunció que España está rodeada de ministros “analfabetos” al retirar El Quijote de los centros educativos.


Resulta bastante ilustrativa la reflexión de Reverte. Se podría decir que es un buen resumen de lo que tenemos, del actual –y decadente– sistema educativo. Las miles de reformas establecidas por los Gobiernos democráticos existentes hoy en día han deteriorado la imagen de la educación, y además han ayudado a formar peor. Naturalmente estas políticas han intentado hasta la saciedad implantar un modelo educativo armonioso, feliz y benévolo. Han creado una organización que ha terminado descomponiendo la sociedad civil en su conjunto y desintegrando la moral y la ética de nuestra vida cotidiana. Planes para edificar sobre nosotros un gigantesco monstruo que ha puesto de manifiesto, en definitiva, la muerte intelectual de nuestra sociedad.

Pérez-Reverte tampoco se equivoca al advertir a nuestros adolescentes del abismo que se avecina. Ante tanta potencia de tiro, ante tanto armamento pesado y, en fin, ante las sucesivas intromisiones en las esferas más íntimas de nuestra dignidad como seres humanos, no nos queda otro remedio que el de formarnos. No hay peor enemigo para una sociedad que la estupidez y la ignorancia.

La distorsión en el aprendizaje a la que nos hemos visto sometidos durante estos casi cuarenta años, donde la manipulación nacionalista irrumpe con bastante claridad, responde al proyecto de ingeniería social que ya Rousseau denunció en su obra insigne, El contrato social, al señalar que “el hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas”. Las palabras del filósofo helvético vienen a señalar, de manera indirecta pero sutil, la manipulación y el amarillismo que el Estado hace y deshace cuando quiere, anhela y desea.

Sin duda alguna esta crisis va más allá de lo económico. Tenemos ante nosotros un reto para cambiar aquello que está mal. Un reto para pensar y reflexionar sobre nuestro modelo de Estado. Un reto para aquella sociedad que quiere más libertad, con una adecuada regeneración del Sistema y un buen control sobre nuestra clase política. En el tema que nos reúne, es evidente que hay que cambiar muchas cosas que afectan a la estructura que determina el porvenir de nuestro país.

Necesitamos recobrar el vigor perdido, incentivar el esfuerzo, defender la perseverancia en el propósito y acabar con la mediocridad. El ser humano necesita ser presentado al mundo, en esto consiste la educación. La transmisión de unos valores, de una concepción del mundo o de la vida, la distinción de lo que está bien y también de lo que está mal han de ser elementos fundamentales en la educación. Justamente esta tendencia la hemos abandonado ante el nacimiento –y quién sabe si consolidación– de corrientes rupturistas que van en contra de la naturaleza, adulteran nuestro lenguaje y ponen en duda nuestra propia Historia.

Reverte nos advertía, al mismo tiempo, que el futuro está en América Latina. Ciertamente la crisis está golpeando con una crudeza majestuosa a Europa que, parece ser, también ha abandonado sus principios. Hemos acumulado experiencia y sabiduría para tirar del carro de una rebelión contra la destrucción de nuestras propias raíces. Es duro decirlo, pero estamos ahora mismo en la lucha para garantizar el futuro, por eso necesitamos más unión que nunca entre nosotros y debemos propagar la iniciativa de una Europa recuperada y rearmada. Este es el panorama que tenemos y con estos bueyes hay que arar.

La batalla por la educación es la batalla por el alma del hombre y, como consecuencia, la batalla por la civilización. No podemos permanecer más en ese estado de pasividad e indolencia, porque mucho se está cociendo en estos años que nos conciernen. Por eso hoy más que nunca es necesario recuperar el espíritu crítico de antaño, apostar por un modelo para crear ciudadanos libres y autónomos que piensen y actúen de manera lógica ya que lo peor que le puede suceder a una sociedad es estar indefensa de saber y formación. Estamos en una época marcada por la globalización donde existen muchos recursos, y también demasiadas intimidaciones.

La luz sigue ahí, a pesar de todo; esperando, de nuevo, regresar a su viejo y acogedor hogar para guiar a una sociedad fatídica y entregada sin tapujos a los nuevos totalitarismos. Ese conjunto de conocimientos capaz de inyectar las razones para vivir en paz y constituir un orden social en libertad. Porque, como bien indicó María Zambrano, “la cultura es el despertar del hombre”.

1 comentario:

  1. Me gustaría agradecer a los compañeros de Respiras Cultura el detalle que han tenido con este humilde servidor. Este artículo se me publicó en El Boletín Hispano, colaboro una vez a la semana, y lo han rescatado por aquí. Muchas gracias. Un cordial saludo.

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