lunes, 29 de diciembre de 2014

Pesadilla en Elm Street

Por Ramón Fuestes Faire


Freddy viene a por ti

Hay películas que te transmiten pena, otras alegría y otras muchas simplemente no transmiten nada. En algunos casos, una película te puede transmitir satisfacción, esa emoción de saber que has visto algo grande, una verdadera obra de arte. Este último caso es lo que sucede con la majestuosa Pesadilla en Elm Street (1984) del maestro Wes Craven.

Wes Craven en su larga filmografía cuenta con auténticas maravillas como Las colinas tienen ojos (1977), la saga completa de Scream (1996) y la propia Pesadilla en Elm Street (1984). Películas así le convierten en el maestro del cine de terror, aunque también participara en películas más comerciales como Pulse (2006), y tuviera sus pájaras como en La Maldición (2005).

La película entra en el subgénero de slasher, actualmente típica película de un asesino que va matando con más o menos éxito a sus jóvenes y no muy inteligentes víctimas. Sin decir que es la precursora del género, básicamente porque 4 años antes se estrenó Viernes 13 (1980), sí se distancia de sus rivales cinematográficos en varios aspectos.


El oscuro circo de Freddy Krueger

Freddy Krueger maquina durante toda la película su estrategia, su circo. Esta es una de las diferencias entre Pesadilla en Elm Street y el resto de slashers. El antagonista no sufre para coger a sus víctimas, ni para matar; las disfruta con su macabro juego.

Freddy empieza su circo sin muerte, únicamente apareciendo en los sueños de unos jóvenes estudiantes. Busca popularidad, sentir el miedo en los cuerpos de los chicos. Su segundo paso es mostrar su poder, aquí es donde empieza a tomar forma el asesino. Una vez creado el pánico en su querida Nancy, empieza de verdad su disfrute.

Otro hecho que ensalza la obra son sus escenas. Cada una de sus escenas, de sus muertes, son dignas de un museo, no solo a nivel de terror, a nivel visual son simplemente perfectas. La primera muerte es arte por sí sola, la mejor escena del cine de todos los tiempos, incluyendo cualquier género.

En su segunda aparición, elementos como su primera víctima embolsada en plástico y su voz y ropa en otro cuerpo, empiezan a crear en Nancy esa sensación de angustia que la acompañará durante todo el film, la cual se verá acentuada después de un inquietante baño. 

La sencillez de la segunda muerte muestra que Fred acaba rápido su trabajo si no se divierte con él. Su objetivo es Nancy, el resto son instrumentos más o menos entretenidos.

Una cama, un televisor, un adolescente y una fuente infinita de sangre. Sin tripas, sin herida, únicamente sangre brotando como una fuente de macabra armonía para Fred. Simplemente la tercera muerte de Fred vuelve a ser fascinante. Escenas dignas de recordar, todas ellas sin excepción.

El oscuro circo se complementa con una maravillosa y constante melodía y con un juego de sonidos y de imágenes sencillamente perfecto. Nunca objetos tan simples como un jersey rojo con franjas negras o una bolsa ensangrentada de plástico habían dado tanto en una película. Igualmente, el relieve en muros o sabanas con la silueta de Fred es único, pocas veces lo he visto fuera de Elm Street. El súmmum de todo esto son las niñas saltando a la comba y cantando la canción de Freddy. Sin duda, una secuencia marcada para la posteridad.

La relación entre el sueño y la realidad es otra marca distintiva de la película. Se presenta el sueño como algo oscuro, misterioso. El sueño contribuye con la sensación de indefensión de sus víctimas, del miedo y de la angustia a dormir. El contraste entre el descanso y el miedo a no despertar es brillante. 


Junto con el sueño, las calderas complementan la sensación de laberinto sin salida, lo cual es una buena analogía de lo que quiere transmitir la película.


Ahora me echaré a dormir, pido al señor que me proteja pero si muero antes de despertar yo te maldigo eternamente

La trama resulta atractiva desde el primer momento. La primera escena, mostrando a Krueger preparando sus cuchillas, aun siendo sencilla, es una delicia para los fans. El ritmo es adecuado y constante, sin grandes tramas secundarias y sin alargar la principal. A nadie le importa la historia de amor entre los protagonistas o los problemas con la bebida de la madre de Nancy. La película se centra en lo bueno, y eso aligera mucho su visión.

La falsa esperanza de poder vencer a Fred es acertada para dar sentido a la película y poder desarrollar el final. En el cine, cuando se encumbra a un villano, es muy complicado no destrozar la película en su final. Craven supera con matrícula ese obstáculo con un final que, marcando mucho la distancia, me recordó a 2001: Odisea en el espacio (1968), y una moraleja. Nada ni nadie puede escapar de Fred Krueger.


¿Quién eres? Yo soy Dios

El personaje cumbre de la película y del cine en general es Freddy Krueger. No por su desarrollo, sino por el acierto en su creación. Encarnado por un simplemente perfecto Robert Englund, Freddy Krueger destaca por disfrute con el miedo del resto. Persigue a sus víctimas con el único objetivo de ver su sufrimiento, aunque este no sea únicamente físico. 

El disfrute de Freddy se complementa con un sentido del humor muy sutil a la vez que fantástico. El humor confluye perfectamente con su oscuridad. Si a eso le añadimos su forma de andar, su voz, su icónica ropa y lo juntamos con la maravillosa interpretación de Robert Englund, Wes Craven consigue crear un personaje perfecto, un icono del cine de terror.


Ven con Freddy

Freddy comparte su protagonismo con Nancy Thompson. La química que nace entre ellos es soberbia. Su personaje, interpretado a las mil maravillas por Heather Langenkamp, transmite muchísimo sus sensaciones a través de su expresión. En ella se ve reflejado de forma sublime su miedo, su angustia y su desgaste.

Nancy Thompson se presenta en un inicio como una joven normal, con sus estudios y su amigo más o menos especial. Conforme va sucediendo la película, se muestra el lado curioso de Nancy. En ningún caso de muestra como una guerrera, aunque sí valiente. Una chica joven que tiene necesidad de saber lo que está pasando. A partir de ese momento, el desgaste empieza a jugar un papel vital en su personaje. La muerte que la rodea, sus constantes encuentros con Fred y el hecho de dormir poco empiezan a hacer mella en su físico y en su mente. Al final de la película, su personaje bordea la locura. El cambio en su cabello o la última conversación con su amigo Glen Lantz son pruebas de ello.


Ahora yo soy tu novio

El resto del reparto es secundario por definición. En él, destaca un jovencísimo Johnny Depp, como el amigo más o menos cuerdo de Nancy. El joven actor cumple con una interpretación poco exigida, al igual que el resto de adolescentes que aparecen.

Destacable también el papel más que correcto de John Saxon y Ronee Blakley como padre y madre de Nancy. Su expresión al oír el nombre de Freddy Krueger es realmente fantástica. Ambos comparten la angustia de Nancy, hecho que se plasma durante la explicación de la muerte de Freddy. La pesada carga de ver como Krueger realiza su venganza hacia su hija y sus amigos sin ellos poder hacer nada se plasma en cada uno de sus movimientos, gracias en gran medida a su interpretación.


Nunca más dormirás

En resumen, en Pesadilla en Elm Street confluyen las brillantes interpretaciones de Heather Langenkamp y Robert Englund y una escenificación espectacular que complementada por matices tanto visuales como sonoros la ensalzan a la perfección. Dicho eso, el punto clave de la película es la creación por parte de Wes Craven de un mito, de Freddy Krueger.

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